Foto: Emma Peijnenburg

Cuando os enseñé el tour completo del piso madrileño, con todos sus antes y después, comentaba la penita que me había dado no transformar el baño.

El baño era, para mí, la habitación más fea de toda la casa. Estaba anticuado y mal diseñado, el color era deprimente, no tenía luz natural… un horror. Quizá por eso lo fui dejando, porque prefería centrarme en otras habitaciones más agradecidas, y al final llegó el momento de irnos y el baño se quedó como estaba.

Que no llegase a ponerme manos a la obra no quiere decir que no tuviese ya pensado lo que iba a hacer con él. Lo tenía pensado y repensado y como sé que algunas de vosotras padecéis un baño similar al mío (en fealdad al menos) he pensado que os ayudaría ver los planes que tenía para el baño (sé que no es lo mismo expicarlo que verlo pero…).

La parte del lavabo

Los muebles del baño era feos y aparatosos. El peor tipo de mueble, uno que ocupa mucho, que afea el resto de la decoración y aún encima apenas tiene espacio para almacenar nada. El más grande de todos era el mueble del lavabo, un mamotreto que te encontrabas nada más abrir la puerta. Mi plan era pintarlo de negro, dejando la encimera de mármol tal cual estaba, y cambiar los pomos por unas sencillas bolitas de latón dorado.

El espejo también era feo pero ni la mitad de feo que los accesorios plateodorados. Horreur. Había pensado sustituir el viejo espejo con un espejo redondo tamaño maxi (que ayudaría a dar mayor sensación de amplitud) y los terribles accesorios por otros más modernos y bonitos.

El armario

Justo frente al lavabo había dos estúpidos armarios. Les llamo estúpidos porque, de nuevo, ocupaban mucho, eran feos de narices y apenas había espacio para guardar nada. Estúpidos de todo. Me recordaban a los armarios que tenía en la cocina antes de que la transformara completamente.

La idea era deshacerme de ambos armarios y colocar en su lugar una vitrina mucho más estilosa y con más capacidad de almacenaje. La vitrina, al ser de cristal restaría menos espacio visual y quedaría mucho más estética. Encima colocaría (por supuesto) una planta. Una aspidistra, más concretamente, que apenas necesita luz para sobrevivir.

La lavadora

No tengo una foto muy buena de esa zona pero justo al fondo, al lado de la ducha, estaba la lavadora metida en un hueco. Para taparla habían colocado una cortina que a) no podía ser más fea y b) colgaba a 30cm del techo.

Nunca, nunca, nunca, cuelgues una cortina distanciada del techo. Cuando más arriba la cuelgues, más altos parecerán los techos, o sea, siempre querrás colgarla lo más arriba posible.

Esa cortina se tenía que ir, obviamente. La sustituta iba a ser una cortina o estor (esto no lo había decicido todavía) que iba a hacer yo misma con tela de arpillera. Un color y material sufrido, lavable y que le daría algo de textura y calidez al baño.

Las baldosas y azulejos no eran la séptima maravilla pero no era terribles, así que pensaba dejarlos tal cual. En parte porque no me fío mucho de los suelos vinílicos en una habitación tan, tan húmeda como el baño (especialmente cuando no tiene una buena ventilación) y en parte porque alicatar todo el baño me parecía un trabajo bastante complicado.

Hasta aquí los planes para mi baño. Creo que hubiera quedado genial, la verdad, y me da pena no haber acabado de renovar el piso entero, pero bueno, a ver si así la casera se anima a hacer una reforma en condiciones.