El viernes pasado os contaba que ya habíamos encontrado un piso adecuado para nosotros pero me centré en compartir unos consejos para hacer de la mudanza un proceso menos estresante (dentro de lo posible). Hemos acabado agotados, como toca, pero no ha sido ni de lejos la peor a pesar de que teníamos más bultos que nunca. Hoy toca una parte mucho más placentera del proceso: ver la casa nueva. ¡Tachán, tachán!

Tiene todas las características que queríamos, menos una: sólo tiene una habitación. Cuando buscábamos un piso con 2 habitaciones y terraza nos dimos cuenta de que o nos íbamos a vivir a un cuchitril, o nos alejábamos del centro, o esperábamos a que se nos apareciera la virgen. Las dos primeras opciones no nos hacían ninguna ilusión y yo no tengo paciencia para esperar a que sucediese la tercera.

Ya casi nos habíamos rendido cuando me surgió la posibilidad de tener un taller fuera de casa. Fenomenal. La cuadratura del círculo era tener la casa cerca del taller y encontramos una que está a, literalmente, 1 minuto andando. Maravilloso.

Aparte del tema de las habitaciones, el piso tiene todo lo que buscamos:
– Calefacción central
– Terraza
– Está en una zona céntrica
– El precio del alquiler es más bajo que en el anterior piso
– La cocina tiene horno (condición indispensable para Mick)
– Es luminoso y razonablemente silencioso

Es un ático con mucho encanto y una distribución bastante bien aprovechada. La cocina es pequeña pero muy coqueta, como el resto del piso que está lleno de detallitos que me encantan como las ventanas de cuadraditos, las puertas venecianas de la cocina y la estantería de obra.

El salón no es enorme pero tiene un tamaño decente. La habitación tiene el maldito gotelé (grrr) pero el salón y el pasillo tienen otro tipo de textura que no me molesta en absoluto. El baño no tiene ventana (¡Errooooooor!) y los accesorios dorado-plateados hacen que me quiera arrancar los ojos pero seguro que se le puede hacer algún apaño con una mezcla de diy y decoración.

La habitación del anterior piso era un habitáculo sin ventanas, a un lado una puerta al salón y al otro lado una puerta al baño, con espacio solamente para la horrenda cama japonesa. ¿Se nota que odiaba esa habitación? Si no se nota puedo seguir quejándome otros dos párrafos.

La nueva habitación, en cambio, es grande y tiene una gran ventana a la terraza. Se puede aprovechar no solamente para dormir sino para estar, verse una peli en el ordenador, escuchar música, pintarse las uñas… todo tipo de actividades que impliquen dejarle el salón a Mick cuando tiene que trabajar en casa. Además es una gozada despertarse cada mañana con los rayos del sol entrando por la ventana.

La terraza es muy mona, no excesivamente grande pero suficiente para comer 4 ó 6 personas y para poner la barbacoa que Mick tanto, tanto desea (tanto que me voy a poner celosa).

¿Qué os parece? ¿Le veis posibilidades como yo?